Rescatar al Náufrago


06.04   Fórmulas para el cambio: el Proceso



 Un proyecto para el rescate del náufrago existencial

Naturalmente, el reproche que da pie a este Manifiesto, y que dirijo como denuncia a toda la colección de ilustres que incitan a la indignación y a la reacción, y que claman en consecuencia por un cambio para el que no ofrecen esas propuestas prácticas, concretas y universales, tiene que contemplar una propuesta por mi parte. Si no, este Manifiesto resultaría igualmente un ejercicio abstracto, retórico y vacío de sentido; tan abstracto y tan retórico como yo atribuyo que es el de “ellos”.

La propuesta, el proyecto que ofrezco a continuación, no es sino necesariamente un resumen muy extractado de los elementos y pasos del proceso que el náufrago que escribe este Manifiesto, siguió para recomponer su estructura humana y rescatarse de su propio naufragio, en la medida y grado en que hasta ahora lo ha conseguido.

No es por tanto un “ejercicio teórico” homologable a las abstracciones que José Mujica adjudica a los intelectuales, categoría de la que estoy a años luz de distancia.

Ni como técnica ni como contenidos, doy por supuesto que no es el único camino para producir ese salto cualitativo, o de nivel, al que hace referencia Einstein y que yo propuse líneas atrás; ni por supuesto el mejor, pero sí es seguro que es uno de ellos, y eficaz según mi experiencia y resultado personal. Y sobre todo, compuesto para presentar ese carácter de universalidad que reclamo: accesible y asequible para… todos.

Lo que propongo es un conjunto de requisitos a cumplir para acceder al estado en que uno tiene conciencia de si mismo, de su “totalidad”. Un estado que ofrece la posibilidad real de organizar de forma efectiva todas las fuerzas que en el ser humano actúan, para integrarlas sin mutilarlas, controlarlas y orientarlas para navegar en el mejor rumbo posible por la existencia; el rumbo necesario y adecuado para sentirse satisfecho-feliz consigo mismo, y en consecuencia resultar cooperativo y solidario en su contribución a la sociedad que integra como un elemento más,  y con el universo que le ofrece vivir: “realizado” en suma.

Se trata de seguir un proceso para reconstruir nuestro edificio humano mediante la búsqueda y detección de aquello que nos ha sido incorporado (programas mentales y patrones de conducta-personajes-disfraces-roles), que distorsiona nuestra autentica realidad, y que impide desplegar en armonía todas nuestras potencialidades de distinto signo.

Se trata también de incorporar herramientas conceptuales que nos ayuden a ver la vida con una perspectiva diferente a la que nos lleva desde la frustración a la angustia en sus diferentes formas, y en consecuencia a la infelicidad o incluso la desgracia. Ese proceso, esa reconstrucción, ese nuevo edificio, tiene los siguientes ingredientes.



El Proceso

 Todo cambio implica un proceso. Que reclama un plan o proyecto; se soporta sobre unos principios; tiene unos protocolos que cumplir; precisa de unos medios o recursos; y de un tiempo para llevarlo a cabo.


Los Cimientos del edificio

 El edificio a construir debe sustentarse sobre unos cimientos, una base sólida que resulta de la mezcla de tres ingredientes principales que el individuo tiene que aportar:

 1 – Autonomía-Independencia.

Somos una unidad diferenciada, una “nota” en la partitura de esta gran sinfonía cósmica, por lo tanto tenemos un papel (cometido cósmico y misión existencial) que cumplir como tal unidad. Reclamamos libertad como un derecho fundamental, pero esa libertad implica expresarse, manifestarse… “ser (pensar, sentir y actuar) uno mismo”, sin esconderse detrás de caretas ni disfraces, sin temores, desde el ejercicio de la autonomía y la independencia, soportes de la libertad. Que conlleva ineludiblemente los de responsabilidad y compromiso. Y no dependencia por tanto de tutelaje: la vida es una aventura personal cuyo peso no debe ni cargarse ni delegarse en “otros”.

2 – Responsabilidad.

Desde la conciencia de unidad diferenciada-autonomía, surge la de reconocerse responsable del propio proceso existencial. Cada individuo-ser humano es el responsable de establecer las bases y las pautas sobre las que va a construir y orientar su vida y su existencia. Al margen de sus circunstancias, de que tenga una herencia genética que determine ciertos rasgos, y de que haya tenido que soportar un entorno inadecuado para su desarrollo equilibrado, cada individuo es responsable de descubrir y descifrar las claves que le permitan orientarse en el rumbo adecuado a sus fines.  
La responsabilidad no surge de la obligación; la responsabilidad es inherente al anhelo de libertad, y se ejerce necesariamente desde la voluntad-libre albedrío.
En conclusión, el individuo “tiene” que partir del principio de que “él” es el único responsable de la construcción de su plan de vida.


3 – Compromiso.

La asunción de las iniciativas desde la autonomía-libertad y la responsabilidad, de llevar a cabo el proceso de cambio-transformación, reclaman ineludiblemente un compromiso.
Y referido estrictamente al proceso de cambio-transformación, es un compromiso consigo mismo sobre todo, pero también con el resto de los individuos-elementos del sistema que entre todos componemos en “red”. Implica tomar conciencia de que al ser parte de esa “red”, nuestro desempeño influirá irremediablemente en otros; aunque estos sean también responsables de si mismos.
El caso es que formamos parte de un “equipo-sistema”, y necesitamos asumir el compromiso de no fallar a quienes nos acompañen; la cadena se rompe sólo con que falle un eslabón. Y el primero que “pierde” es el mismo eslabón que falla.


                                                           Los Pilares del edificio

 Sobre los cimientos aludidos debemos levantar unos pilares que soporten la estructura que conlleva todo edificio. En nuestro caso estos pilares son dos y configuran esa carta de navegación o marco de referencias por los que orientaremos nuestro navegar por la existencia. Desde nuestra personal iniciativa debemos elaborar:



        Primer Pilar: un Sistema de Creencias.

Que contenga las referencias por las que establecer el sentido de vivir: una metafísica funcional. El porqué y el para qué hemos nacido y debemos procurar nuestra supervivencia. Cuál es nuestra función en el sistema universo; o en un lenguaje espiritual, cuál es nuestro cometido cósmico.

La elaboración es delicada pues una creencia, por serlo, nunca será irrefutable. Pero es necesario establecerla con firmeza para poder construir el segundo pilar que la acompañará como soporte de la estructura. Y el grado de firmeza  estará en función de la convicción con que asumamos, libre y voluntariamente (fe consciente), la creencia en su conjunto.

Podemos afiliarnos a una creencia o religión tradicional, y será válido si realmente “sentimos” en nuestra intimidad profunda que sus dogmas armonizan con ese sentimiento-intuición de lo que puede ser, explicar, la razón de ser o sentido del universo-creación.

Y tenemos la opción de investigar el conocimiento disponible para llegar a nuestras propias conclusiones al respecto, que pueden llevarnos a que no hay ninguna razón, que la visión espiritual no cabe en la nuestra, y que por tanto las únicas referencias necesarias son las que nos permitan vivir “lo mejor posible” hasta que “se acabe”.



        Segundo Pilar: una Filosofía de Vida

Construida en relación a los compromisos a los que nuestro sistema de creencias nos oriente, en el caso naturalmente de que hayamos establecido creer “en algo”. Si no, se construirá en función de aquellas referencias éticas y morales con las que estemos de acuerdo de las que la sociedad en la que vivimos propone.

Esta filosofía de vida no se limita sólo a un conjunto de normas cívicas, sino que debe contemplar el conjunto de contingencias que un ser humano puede enfrentar en su travesía existencial, relaciones de todo tipo incluidas, para establecer una posición coherente y proporcionar una respuesta de ese rango ante cualquiera de esas posibles contingencias. Entraña en suma una forma concreta de ver y entender la vida. Que implica una mentalidad  determinada, y una actitud estable.

De ello debe derivarse el cómo vamos a vivir y  cuál va a ser nuestra dedicación y aportación al sistema sociedad: nuestra  misión existencial.

De la solidez de este pilar, se derivará así mismo nuestra posibilidad de sentirnos satisfechos-felices (autoestima), razonablemente y de forma estable; en la medida que mostremos coherencia entre los principios que nos hemos dado como referencia de vida, y lo que realmente hagamos; independientemente de los resultados que consigamos.



Los Pasos del proceso

 Son siete, y constituyen una especie de peldaños, etapas, fases o requisitos que cumplir para ir incorporando plantas al edificio (ascender por los niveles de la pirámide), y poder mostrarlo como un todo completo, integrado y equilibrado.

Constituyen por si mismos el proceso de cambio-transformación e incluyen la construcción de nuestra carta de navegación. Expuestos de forma muy resumida para lo que requieren, son:

  1. Despertar. Es abrirse a un nuevo horizonte, a una realidad diferente a la que percibimos o “interpretamos”. Es el “darse cuenta” o la toma de conciencia de nuestro naufragio, debido principalmente a la falta de atención y al desconocimiento, propio y de claves y mensajes que nos pasan desapercibidos y que nos impiden percibir nuestra realidad fragmentada (polaridad: virtudes-defectos, cuerpo-mente, materia-espíritu…), y nos inducen a la interpretación errónea y subjetiva que hacemos de ella.

  1. Conocer. Es investigar todos los temas, asuntos y aspectos que afectan a nuestra problemática vital: nuestra propia persona en toda su complejidad, nuestra estructura psicológica, su estructura y composición, la sociedad de la que formamos parte, la vida como fenómeno cósmico y el Universo como marco global. Y reflexionar sobre todo ello para adquirir el “conocimiento esencial” necesario para desarrollar el proceso.

  1. Comprender. Es transformar todo el conocimiento adquirido en sabiduría-utilidad. Para comprender el Universo y nuestra relación con él. Para comprendernos a nosotros y poder comprender así a nuestros compañeros de viaje por el océano existencial. Para comprendernos como individuos y como grupo. Para comprender el encaje y utilidad para nuestro desarrollo y crecimiento humano y espiritual, de todas las contingencias por las que tenemos que atravesar en nuestra travesía existencial.

  1. Aceptar. Es reconocer el destino como la secuencia adecuada de aprendizaje: la vida tal como es y como sucede. Aceptarnos a nosotros, con nuestro proceso y aceptar a “los otros” con sus procesos.

  1. Perdonar. Es sanar los registros mentales de las culpas y rencores almacenados desde la infancia hasta hoy. Y la convicción de que en adelante los mantendremos igualmente sanos. No debe entenderse en la acepción simple de la disposición o de la voluntad para ser “magnánimo”. El perdón del que tratamos aquí es un “estado de conciencia” derivado de la comprensión y de la aceptación de los pasos anteriores. Un estado de conciencia en el que ya no hay, ni habrá nunca más, ni culpables ni culpas, ni propias ni ajenas.

  1. Soltar. Es liberarse de la inconsciencia y de todas las ataduras-necesidades-deseos que nos inundan y ahogan, de las necesidades de afirmación y recompensa que nos inducen a la prevalencia del egoísmo sobre la generosidad. Es liberarse de los personajes y disfraces construidos para disimular nuestras carencias, defectos e inseguridades.

  1. Integrar: Es aunar y alinear-armonizar todas las fuerzas contrapuestas que componen nuestro potencial, en la orientación-rumbo y acción correctas, emancipándonos  de los atavismos, limitándolos a su función. Implica reconocer nuestra polaridad como generadora del potencial que nos mueve.

Los Medios necesarios

 Todo proceso necesita de recursos-medios para llevarlo a cabo: un “cómo” en nuestro caso. Quien esto escribe y en función de su propio proceso, considera que son necesarios:


  1. Un Modelo de referencia para confeccionar el nuestro propio (Sistema de Creencias y Filosofía de Vida). Que nos oriente sobre los itinerarios y las pautas a seguir en nuestro recorrido de cambio. Que recoja y muestre todos los temas y asuntos sobre los que el náufrago debe producir su propia reflexión para resolver dudas y aclarar posiciones.

Se trata en definitiva de re-modelarnos. Al igual que un pintor recurre a un modelo para construir su obra, incorporando a ella su propia esencia-creatividad, el náufrago necesita de un modelo para construir la balsa en la que rescatarse de su naufragio, incorporando a ese modelo aquellas conclusiones propias que impliquen su compromiso con las pautas que de su necesaria e imprescindible iniciativa surjan.


  1. Un Método que contenga las instrucciones y herramientas necesarias para cumplir la suma de trabajos que entraña el desarrollo del proceso:

1)      Para poder bucear en la parte de “sombra” del subconsciente e identificar, para modificar o sustituir,  los programas y patrones erróneos-indeseados que nos inducen a pensar, sentir y actuar en las formas inconvenientes en que lo hacemos.

2)      Para “cerrar” los duelos pendientes, todas las heridas psicológicas, emocionales y morales, abiertas: por las imposiciones, las vejaciones y las humillaciones recibidas; por las debilidades propias y los errores cometidos; por las desgracias y las pérdidas sufridas.

3)      Para aprender a armonizar todas nuestras fuerzas contrapuestas e impulsarlas en una proyección creativa y solidaria para el conjunto. Para construir ese modelo propio de referencia de vida y existencia.

4)      Para alcanzar el autoconocimiento y descubrir nuestra realidad profunda y lo que es añadido y nos daña. Para “separar el trigo de la paja”: lo que es pernicioso y debe ser eliminado; y lo que es valioso y debe ser cuidado y alentado.

5)      Para alcanzar en suma ese estado de satisfacción-felicidad que buscamos como finalidad de nuestra travesía existencial. Sin el método, sin las instrucciones y las herramientas que entraña, es imposible hacer esos trabajos. Ni en consecuencia cambiar-sanarnos.


  1. Una Estructura de apoyo. Es prácticamente imposible también rescatarse del naufragio “solo”. Es preciso la creación de unos grupos que mediante las instrucciones y herramientas contenidas en el método, celebren Talleres de apoyo y ayuda para realizar los trabajos necesarios. El grupo sustituye el papel del terapeuta y… el coste que entraña, imposible para la mayoría de náufragos necesitados de rescate o cambio. Las instrucciones del Método incluyen las indicaciones de cómo formar el grupo; y cómo utilizar las herramientas en los Talleres.
Toda esta construcción presenta al náufrago existencial una finalidad que culmina el edificio: hacerse realmente con el timón de su embarcación, dueño de si mismo. Para dominar instintos, necesidades y deseos, a fin de encontrar, en el simple mantenimiento del rumbo correcto, un rumbo correcto por acorde-coherente con su Sistema de Creencias y su Filosofía de Vida,  con “sus” (propios por asumidos) principios, la motivación para… ¡ser feliz! Permanentemente, cada día del resto de su travesía existencial, en cada momento, independientemente de las inclemencias adversas y del error, contratiempo o fracaso, desplazando de su vida la frustración y el sufrimiento.




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